La verdad de las teorías científicas
No
hay una teoría que consiga ponernos en relación con todos los elementos. El
concepto teoría: “es un esquema conceptual que inventamos o postulamos para
explicarnos a nosotros mismos y a los otros, los fenómenos que observamos y las
relaciones que existen entre ellos, para reunir de este modo en una estructura
única conceptos, leyes, principios, hipótesis y observaciones que provienen a
menudo de campos muy diversos”.
Una
teoría nos ayuda a interpretar lo desconocido en términos de lo ya conocido.
Muchas veces, las funciones de las teorías las podemos cubrir con las
hipótesis.
En
el curso de su uso continuado sugiere nuevas relaciones y estimula la
investigación dirigida. Permite hacer predicciones que pueden comprobarse por
la experiencia y es útil para aclarar dificultades y resolver problemas
cuantitativos. Una teoría que requiera hipótesis o mecanismos distintos para
explicar cada hecho, no es sino una tautología elaborada y estéril. Idealmente
las hipótesis deben ser plausibles a los científicos contemporáneos, incluso
aunque no se sometan a comprobación de manera inmediata; y la teoría en
conjunto no debe estar en conflicto con las ideas en boga (ej: Mendel). Una
buena teoría ha de ser suficientemente flexible para desarrollarse y sufrir
modificaciones secundarias cuando sea necesario.
El falsacionista considera que la
ciencia es un conjunto de
hipótesis que se proponen a modo de ensayo con el propósito de describir o
explicar de manera precisa el comportamiento de algún aspecto de la naturaleza.
Sin embargo, no todas las hipótesis lo consiguen. Hay una condición fundamental
que cualquier hipótesis (o sistema de hipótesis) debe cumplir con vistas a
conseguir el estatus de teoría o
ley científica. Si ha de formar parte de la ciencia, una hipótesis ha de ser falsable o refutable. Una hipótesis es falsable si existe un enunciado observacional (o
un conjunto de enunciados observacionales), lógicamente posibles, que sean
incompatibles con ella, esto es: que en caso de ser establecidos como
verdaderos, refutarían tal propuesta.
Kart Popper, fundador de la escuela
falsacionista, afirmó que, al menos algunas versiones de la teoría de la
historia de Marx, el psicoanálisis freudiano (sobre la que insiste
obsesivamente), etc. no pueden ser refutadas. Para
que una teoría posea, un contenido informativo, ha de correr el riesgo de poder
ser falsada.
Si afirmamos que “todos los cuervos son negros”,
para poder confirmar su veracidad tendríamos que encontrar y censar todos los
cuervos que en el mundo son y verificar que, efectivamente, son negros. Algo
que se nos antoja pero es muy complicado. Imaginemos ahora una afirmación que
tenga que ver con la estructura de las estrellas tipo Sol: simplemente carecemos
de los medios para poder verificar todas y cada una de ellas. Ahora bien, con
que sólo encontremos un cuervo que no sea negro habremos probado que la
afirmación, tal y como está formulada, es falsa. Es lo que los matemáticos
llaman un contraejemplo y cuyo hallazgo juega un papel especialmente importante
a la hora de resolver el paso a teoremas de las conjeturas cuando las
demostraciones positivas se resisten.
En conclusión, la
falsabilidad no es una característica de las teorías científicas sino la actitud de una persona o grupo de personas
con respecto a una determinada teoría. Si una persona está dispuesta a admitir
que una teoría puede ser falsa y reconocer como válidas las pruebas que así lo
demuestren entones diremos que esa persona trata a la teoría como falsable.
Así, si yo creo que el universo entero fue creado para el hombre hace 6.000
años y no estoy dispuesto a admitir ninguna prueba, de los contrario estoy
tratando a mi “teoría de la creación” como no-falsable; pero si otra persona
que mantiene esa misma teoría cambia de opinión por las pruebas que se le han
presentado está tratando a la misma “teoría de la creación” como falsable. Por
tanto, las teorías científicas no son falsables, son tratadas como tales.
Buena reflexion!
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